Uffff, cuántas experiencias y cuantos recuerdos. De momento son recuerdos, hasta que volvamos!
Algunos ya sabéis la historia y otros os la podéis imaginar, pero yo disfruto escribiéndola y además me encanta volver a leerme de vez en cuando las crónicas y recordar vivencias. Así pues, ahí va el verano del 2010. Un verano diferente, alejado y lleno de buenos momentos con gente nueva.
Todo comenzó cuando una llamada en el mes de junio, me confirmó mi destino para los próximos 4 meses: un pueblecito llamado Riaza en la provincia de Segovia a los pies de la Sierra de Ayllón. Y bueno, un poco obligada por la situación pero con expectativas y muchas ganas, en junio nos plantamos en Riaza, no sin antes dejarse caer por Segovia para ver la ciudad y encontrarme con un entrañable señor (José, creo recordar que se llamaba) a los pies del Alcázar y comer juntos. Aquél primer contacto me sirvió para informarme de la zona y soltarme un poco. Un señor muy amable con el que compartí mis primeros ratos por tal provincia.
Aquella misma tarde me dejé caer por la que, los siguientes 4 meses iba a ser mi casa, mi lugar. Aunque no sólo mio, pues Françesc vino enseguida que pudo y ya era de los dos, pues.
Se trata de la zona más Este de la provincia de Segovia, a los pies de la Sierra de Ayllón y lindando con Guadalajara. Llanura dilatada por varias hoces que más tarde comentaré y varias montañas que disfruté en buena compañía.
Tuve mucha, pero que muchísima suerte en encontrar un lugar donde alojarme, pues al segundo teléfono que llamé, me encontré con una persona encantadora que resultó ser mi casera. Ahora, casi un año después, es mucho más que eso. Desde el primer día que llegué fueron todo ánimos y ayuda. Me hizo mucha gracia, pues a la mañana siguiente nos fuimos a comprar juntos (ella: Rosa y Raúl) para ayudarme con las bolsas y enseñarme el pueblo. La carnicería, panadería, el ayuntamiento, etc... y al día siguiente ya estábamos disfrutando de una excursión al Pico del Lobo juntos. Son de muerte. ¿Y de hablar? Jeje, Rosa me gana y eso que a mi ya me conocéis. Una pareja encantadora.
Así comenzaron mis andaduras por Riaza, primero tanteando el terreno y al poco, la dueña de mis andares.
En cuanto al tema laboral, inmejorable, pero no voy a entrar en detalles. Simplemente destacar que era como ir a disfrutar al trabajo y no es para menos. Unos compañeros geniales y muy buenos ratos que comentar y recordar. Conocí, gracias a ellos y al trabajo, lugares muy interesantes y bonitos. Y todos desde el cielo, con lo que se convertían en algo especial.
La vida fuera del trabajo, pues la verdad no tenía tiempo para mucho. Y no es que trabajara demasiado, simplemente que tenía mil sitios para conocer y mil cosas en qué emplear el tiempo. Eso sí, ni un minuto perdido, Carpe Diem!
El bar Hontanares, su cazón, sus cervezas a media tarde cuando se viene la noche encima, su bienmesabe, sus postres, los madrugones a las 7:30 a partir del 7 de julio porque en casa no veía TVE 1 ... la pizzería, etc... hasta disfruté del Mundial y eso que yo no soy de fútbol.
En mi casa era la reina. Yo, mi pájaro y la infinidad de días que vino Françesc, que era uno más de nosotros incluso en el trabajo. Era nuestra "mascotilla", jeje. Que estaba como en su casa, claro que sí.
Durante esos 4 meses tuvimos de todo. Tardes y mañanas libres para investigar y conocer la zona. Tres días libres seguidos que aprovechábamos para viajar cerca de allí: a Gredos, al Urbión, a Calatañazor, al Cañón del Río Lobos ... pero eso en crónica aparte. Y otros días libres que yo aprovechaba para volver a casa, a disfrutar del pegajoso calor del Mediterráneo. Xe!
En Riaza había muchas rutas para salir a trotar un rato y como un colega de Valencia (Antuane, jijiji) se vino también a currar allí, pues aprovechábamos para recorrerlas, o antes o después de trabajar. La senda que subía hasta Riofrío de Riaza, hasta la Ermita de Hontanares, por los robledales de la zona, por la R-30, que es el carril bici que rodea Riaza, etc. Bonitas tardes sin calores propios del mediterráneo para trotar entre vacas.... y menudas vacas!! Hasta que no me acostumbré a ellas, menudos malos ratos!
El Puerto de la Quesera era otro incondicional, pero éste en bici. Más de una mañana me levantaba tranquilamente y me iba a subirlo, hasta pisar Guadalajara y me bajada, congelada de frío en pleno agosto, jeje.
Después tuve varias visitas (las de Françesc no las cuento que me pierdo, gràcies per estar ahí)... vinieron a tandas. Mi mami y Jaime. Mi tía y mi abuela.
Todos vinieron en agosto, pero primero llegaron mi mami y Jaime. Estuvieron varios días y algunos que yo no trabajaba aprovechamos para alejarnos un poco de la zona.
Una tarde subimos hasta la ermita de Hontanares (lugar precioso para el descanso, la zona tiene un no se, un algo especial, sobretodo al atardecer). Aprovechamos para subir hasta el collado de la Fuente entre la inmensidad de rebollos e inmortalizar el momento con algunas fotos. Imágenes que, con el color rojizo que el sol imprimía sobre las puntiagudas formaciones rocosas, te recordaban los pequeños momentos de cada día. En cuanto se puso el sol bajamos rápidamente con la luz que aún había y regresamos a casa.
Otra de las excursiones que hicimos fue a Calatañazor, no sin antes pasear por El Burgo de Osma, imponente casco urbano que pillamos en fiestas. En Calatañazor pudimos ver el bonito pueblo, con sus tiendas de miel, queso, antigüedade y artilugios y pasear por su castillo.
Cerca de allí se encuentra el gran sabinar de Calatañazor y un paraje conocido como La Fuentona, rodeado de campos plagados de girasoles. La Fuentona es una surgencia de agua desde una cavidad subterránea que ha sido explorada varias veces por espeleobuceadores (unas máquinas). Eso le confiere un mágico escenario y una coloración de sus aguas algo insólita, verde-azuladas.
En otra de las escapadas aprovechamos para ver el Cañón de Río Lobos y comer tranquilamente cerca del río en una chopera, donde coincidimos con unos de Onteniente, xe! Quina casualitat! Allí, los buitres pasaban rozándote, era impresionante.
Los días que yo trabajaba, ellos hicieron excursiones por su cuenta.
A los pocos días, los inquilinos variaron y ahora eran mi tía y mi abuela. Mira que nos reímos, creo que fue lo que más hicimos, a parte de enseñarles todo lo que nos dio tiempo.
La primera visita fue a las Hoces del Río Duratón, con un calor abrasador y sin batería en las cámaras (quedan vagos recuerdos en el móvil, jeje). Se quedaron impresionadas con los buitres, sus vuelos rasantes y el lugar; que se trata de la cola del embalse del Duratón que discurre por unos grandes meandros donde se encuentra la Ermita de San Frutos.
Por la tarde fuimos a ver los pueblos de colores y bueno, algunos les gustaron más o otros menos. Mi abuela decía que: "menos mal que no estás en un pueblo de estos, con lo feos que son". Jajajaj, pero si son una pasada, eso es que los miró con malos ojos. Eso sí, en uno de ellos hacían misa cantada y las cotillas (porque no tiene otro nombre), con la oreja pegada a la puerta, jeje.
También vimos la puesta de sol desde el Mirador de las Piedras Llanas, justo encima de la ermita de Hontanares. Y luego nos hicimos un aperitivo nocturno en el bar de la ermita y más felices que unas perdices!
Una mañana nos fuimos a cotillear el cámping de Riaza, qué secarral y qué pocas sombras. Subimos a la Quesera todas monas y paseamos por el Hayedo de la Pedrosa todas monas también. Con sandalias y falda, vaya trío calavera. Esos momentos no nos los roba nadie!
Ah! Y hacia mediados de agosto "vimos" (o mejor intuimos) las Perseidas!! Esa noche las valientes fuimos Marina, Núria (Pinganilla) y yo. Vaya caras de "Perseidas", jajaja.
En el mes de agosto aprovechamos, durante las subidas que hacía Françesc, para entrenar Carros de Foc. Hicimos algún largo que otro por las crestas que ya contaré con más detalle, pues lo merece.
Durante el mes de septiembre yo bajé más a Valencia y en octubre ya se veía el final del túnel. La mitad de la cuadrilla ya no estaba, allí hacía un frío que pelaba. Recuerdo un día, el día de mi despedida, que consistió en una ruta por toda la "cuerda" desde la ermita hasta la Quesera (impresionante, toda la frontera entre Segovia y Guadalajara ... en crónica aparte).... bueno, a lo que iba. Ese día, 16 de octubre a las 9 de la mañana hacían -2ºC en el Puerto de la Quesera. Vamos, que ya se avecinaba el invierno.
Lo que os estaba contando, que en octubre cambiaron las cosas. Más lluvia, más frío, setas, boletus, etc... y nosotros sin dejar de perdernos cada momento. Fuimos varios días a por setas, algunas veces solos y otras acompañados por Nurieta (que estuvo de inquilina en casa unos días, qué risas, qué dos abuelas en el sofá delante de la tele, con el té y con la manta...).
Otros días o noches, las invertimos en cenas de despedida de las cuadrillas o simplemente de las fiestas de los pueblos. Siempre divertidos y con tonterías para contar.
La subida al Pico Merino con Nuria estuvo muy divertida, hicimos de vacas con la lengua fuera, nos hicimos fotos con la luz de aquella tarde de tormenta y disfrutamos buscando la senda que no se veía pero que estaba ahí. Buscamos las vías de escalada que nunca escalamos, comimos fresitas silvestres y nos hartamos de hacer el gamba.
Y bueno, mil cosas más por contar...pero que no se pueden contar. No por nada, sino porque no tienen explicación, se quedarían cortas, sin sentido ... mil sensaciones más que me demuestran que cada lugar que conoces hay que explotarlo. Que cada día que pasa es único y que cada momento es para vivirlo allí donde estés. Que mientras estemos dispuestos, disfrutamos la vida y sus pequeños momentos.
Ahora tengo la sensación de que aproveché los días y los aprovechamos todos los que vivimos estos momentos. Y seguiremos en ello cada vez que lo recordemos. Por eso me gusta contároslo, para que el que pueda lo disfrute y para revivirlo yo.
Es una de las entradas que más he tardado en redactar, pero es de las que más he disfrutado puesto que he revivido momentos mágicos, momentos intensos y que volveremos a vivir, pues este verano reservaremos unos instantes para tan agradable lugar.
Y, por supuesto, os lo contaré.
Saludos y a disfrutar.
3 comentarios:
Gran verano Anna!! gran verano....Es bonito mirar atras y recordar vivencias, momentos, escapadas, compañia, etc......
Veo que no perdiste el tiempo....
Un besazo
Que maravilla Anna. De los sitios que dices sólo conozco el Cañón del Río Lobos y sus buitres, guardo recuerdos increíbles de esos lugares.
Espero que este verano sea, por lo menos, como el pasado.
Carpe Diem guapísima.
Ie Zarpazzo!!1 Cuanto tiempo!!!
Que maravilla de verano, ya ves. Siempre es bonito, como tu dices, recordar buenos momentos. Y es importante hacerlo, para retomar el rumbo y saber que vivimos intensamente.
Un saludo y nos vemos en la VTF Nocturna, no? Mare meua quina por!!
Nere, wapa. Bonitos lugares sí señor. El Cañón del Lobos y el resto, vale la pena escaparse por allí.
Un saludo y nos vemos ... que la Tuercelimas ... jejejeje, ya fui yo dos días, uno por ti y otro por mi, jeje. Besos!
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